La presidenta de la Nación, durante dos horas, participó del cierre de los festejos por los 200 años de la ciudad entrerriana. En su visita, Cristina le puso tono de campaña a la tarde, se mezcló con la multitud asistente, fue aplaudida y celebró con la gente.

«Espero que al puente no lo nombren Sergio Urribarri-Antonio Bonfatti, como quisieron hacer hace poco con un estadio de fútbol y se armó un lío bárbaro». Con esta humorada, la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, que visitó ayer Paraná para conmemorar el bicentenario de esta ciudad, celebró la firma por parte de ambos gobernadores del acta de intención para conformar la Unidad Tripartita Ejecutora para la construcción del puente entre las capitales de Santa Fe y Entre Ríos.

El acuerdo fue suscripto, por parte del gobierno nacional, por el secretario de Obras Públicas, José López y podría constituir el puntapié inicial para la obra complementaria, vital para el corredor bioceánico, del túnel subfluvial Uranga-Sylvestre Begnis.

Besos, baile y aplausos. La presidenta permaneció ayer apenas dos horas en suelo entrerriano, y en un discurso de poco más de media hora y mucho más moderado del que pronunció en el Monumento a la Bandera hace cinco días, volvió a probarse el traje de campaña, se mezcló entre la multitud para recibir besos, aplausos y firmar autógrafos. Además, fiel a su estilo, bailó en el estrado con los murgueros y se deleitó con la versión remixada del Himno Nacional interpretada por la fanfarria militar y el grupo Choque Urbano.

El gobernador santafesino, Antonio Bonfatti, el único que no tuvo micrófono en el acto de ayer, ya que jugaba de visitante, compartió estrado a la derecha de la presidenta, junto al mandatario entrerriano, la intendenta local —también justicialista— Blanca Osuna, el secretario de Obras Públicas José López, la ministra de Industria, Débora Giorgi, y el secretario de Agricultura, Norberto Yauhar.

Presencias santafesinas. En el inmenso palco montado a la vera del Paraná en el Puerto Nuevo de la capital entrerriana, también se mostró el ex gobernador santafesino y candidato a diputado nacional Jorge Obeid. Debajo del estrado también se pudo apreciar la presencia del intendente santafesino, José Corral, y ministros del gabinete provincial.

En rigor, la presidenta tuvo ayer otro acto a su medida, en una movilizada capital entrerriana que convocó alrededor de 50 mil personas en su costanera, para celebrar los 200 años de su reconocimiento como tal por parte de la Asamblea del Año 1813.

Sucede que, al igual que Rosario, la hermosa ciudad que aloja al gobierno de Entre Ríos no tiene fecha precisa de fundación al estilo español, sino que, como destacó su intendenta, es «hija de la audacia y perseverancia de un grupo de españoles y nativos que cruzaron desde Santa Fe para erigir la entonces denominada Villa de la Bajada del Paraná, su nombre originario». Es más, la presidenta tomó una anécdota relatada por la jefa de gobierno local, que al regalarle un rosario de la Virgen patrona de esa ciudad —otra coincidencia con Rosario— le recordó que había sido ungida a esa condición en una elección popular, desplazando a un segundo lugar a San Miguel, que es el patrono de la provincia.

«Vamos la Virgen, todavía». Con su impronta, la presidenta, poco después, en su discurso, comparó aquella elección popular de hace casi dos siglos con el fallido intento del gobierno nacional de instaurar la elección democrática de los consejeros de la Magistratura. «Mirá qué interesante, no conocía esa anécdota, se sorprendió Cristina ¿Vieron que siempre hay listas en todas partes? ¡No está mal! Si total la que elige es la gente, el que elige es el pueblo. Perdió San Miguel y ganó la Virgen. ¡Vamos la Virgen, todavía! ¡Vamos las mujeres!», ironizó, en referencia al reciente fallo de la Corte Suprema de la Nación que declaró inconstitucional la elección popular de los Consejeros de la Magistratura.

En su mensaje cargado de referencias al ex presidente («él en el lenguaje de la presidenta desde la muertes de Néstor Kirchner), la mandataria también exaltó la ley de medios, «que garantiza la pluralidad de voces, y por eso no entiendo cómo aún la resisten, con algún acento o una coma, desconociendo la cuestión de fondo».

Acorde al escenario en el que estaba, hizo abundantes referencias al federalismo, la gesta de Artigas, recogió palabras de Urribarri de Paraná como capital de la Confederación, y elogió (dirigiendo su mirada al gobernador entrerriano) porque «nos ha sido leal en los malos momentos». Fue una de las elípticas referencias a la coyuntura política, pero sin mencionar a sus cantados destinatarios.

Un poco más explícito fue Urribarri, que al agradecer la presencia de la presidenta en el maratónico festejo entrerriano que seguían al cierre de esta edición (Cristina ya regresaba a Buenos Aires) soltó: «Señora presidenta, este gobernador no conoce de ambigüedades ni jamás va a ir por el medio. Yo sé que usted lo sabe porque es obvio pero lo digo por si algún distraído en algún lugar del país», y sumó dardos a la interna peronista.

En tono proselitista la presidenta la emprendió contra los «rejuntes» en la oposición para «ganar una elección». «Cuando uno es legislador, senador o diputado, acompaña un proyecto de país y no es simplemente un rejunte de gente para ganar una elección. La elección es un día, pero se gobierna 365 días del año», sostuvo levantando una ovación de la militancia que copó los lugares de privilegio debajo del escenario.

De cara a las elecciones, Cristina prosiguió aseverando que «aún falta mucho por hacer», y por ello «necesitamos hombres y mujeres en nuestras Cámaras que comprendan las dificultades de un mundo más complejo y hostil».

Memoria. Volvió a cargar contra los «medios hegemónicos al recomendar a la multitud que la vivaba que «no hay que seguir la música y la partitura que ponen las corporaciones de los medios hegemónicos», sino acompañar «la batuta del pueblo, que nunca se equivoca», y pidió «que cada uno de los argentinos se acuerde de cómo estábamos antes de 2003».

«Es más fácil querer que odiar» recomendó emocionada casi hasta las lágrimas CFK al final de su discurso y ya en tono más conciliador antes de cerrar su incursión en tierra entrerriana bailando al compás de los murgueros y con una artista de teatro en altura haciendo destrezas sobre su cabeza.

FUENTE: LA CAPITAL – ROSARIO